6/7/09

Autocontrol

Cuando vuelvo la vista hacia mi punto de partida, indudablemente veo todo lo que he crecido como sumisa. A menudo intento recordar cuales fueron mis primeros pasos en el BDSM, mis primeros temores, mis primeras barreras que superar, mis primeras reflexiones y dudas, en cómo a cada pasito me sentía gigante frente a los demás mortales.


Una de las primeras lecciones de mi Amo fue la de controlar el clímax, llegar a rozar el orgasmo sin llegar a él, manteniendo el placer y la excitación al límite, hasta que Él me permitiera dar rienda suelta a ese placer. Recuerdo las primeras sesiones por Messenger en las que me obligaba a masturbarme una y otra vez sin dejar que me corriera, roznado el cielo cada vez pero sin tocarlo. El juego me gustaba, pero sin darme cuenta iba tomando un gran control sobre mi cuerpo y sus reacciones.


Ese control se perdía instantáneamente cuando Su puño se cerraba dentro de mí. La sensación de placer máximo empezaba en ese preciso instante, y a medida que esa mano jugaba en mi interior, los orgasmos se sucedían uno detrás de otro sin poder, en ningún momento, remontar el control de mi placer. Cierto es que en algún momento, cuando mi Amo me decía que ese iba a ser mi último orgasmo, solía aguantar un poquito, pero con el fisting el placer es tan extremo que no podía evitar estallar poco rato más tarde, en una explosión tan extrema que no me permitía moverme ni hablar durante un buen rato después.


Hace pocos días practicamos fisting, tanto mi Amo como yo misma nos sorprendimos de mi autocontrol. Mi Amo es consciente que con esta práctica se abre el interruptor de mis orgasmos y no puedo más que dejar que juegue conmigo hasta que apenas me queda aliento y soy incapaz de hacer nada que no sea intentar recuperar la respiración. Esta vez fue diferente, mi mente ganó la partida a mi cuerpo, y fui capaz de aguantar hasta que me dio la orden de darle todo lo que me estaba guardando. El orgasmo fue tan, tan grande que casi perdí el sentido, pero el placer que sentí mientras mi Amo jugaba conmigo no tiene comparación con ninguna otra sensación sentida antes.


Hoy por hoy ya no tengo la necesidad de acabar corriéndome cada vez que empieza la excitación, puedo sentir el placer con tal intensidad y tan al límite del orgasmo que parece que esté en un clímax interminable todo el rato. Más que dar otro pasito creo que he dado un gran paso, puedo correrme sólo cuando mi Amo lo requiere pero puedo sentir el más grande de los placeres cada vez que me somete.


Ahora veo que lo que empezó siendo un juego que yo creí que era para crearme adicción, para estar siempre pendiente de cuándo me dejaría terminar, cuándo podría dejar de estar al límite, cuántas veces tendría que aguantarme para que me concediera correrme, se ha convertido en el control de mi mente sobre mi cuerpo, hasta el punto de sorprenderme a mi misma, hasta el punto que mi Amo se siente orgulloso de mis progresos y yo me siento orgullosa de ser capaz de complacerle cómo y cuando Él desea que lo haga.