2/2/10

Un sueño o una fantasía...

Estaba aun en la cama cuando sonó el teléfono. Era Él. Quería que nos viéramos en ese momento, me esperaría en un bar de carretera. Me levanté corriendo, me puse las medias, los tacones,... la ropa que a Él le gusta, como siempre. Bajé las escaleras corriendo, me subí al coche y fui hacia el lugar dónde me indicó.

Al abrir la puerta del bar recorrí cada una de las mesas con la mirada, hasta que me detuve en sus ojos, en mi cara se dibujó una amplia sonrisa, Él seguía con su gesto inamovible, me encanta...Me dirigí a la mesa ante la mirada de la gente del bar, era un bar de carretera lleno en su mayoría por camioneros, y me senté a su lado. El camarero me preguntó qué quería y pedí un café con leche, no había tenido tiempo de desayunar. Mi Amo me cogió la cara y me besó largamente.

Cuando terminé con el café le pregunté el por qué de tanta prisa, y entonces me dijo: "quiero que vayas al baño, no cierres el pestillo, ponte esto en los ojos (me dio un pañuelo), en ningún momento te lo quites. Hay alguien que va a usarte, un amigo mío, no te preocupes por nada. Ya sabes lo que tienes que hacer"

Ante semejante orden se me hizo un nudo en el estómago, reconozco que estaba muy nerviosa, aunque la situación me pareció excitante. No podría saber su cara, solo sentir y notar un cuerpo que se me antojó que sería de los que salen por la tele y que nunca encuentras por la calle. Me levanté, y me dirigí al baño con el pañuelo en la mano. Antes de abrir la puerta busqué Su mirada, y me hizo un gesto de aprobación.

 Abrí la puerta y entré. Una vez dentro desabroché un par de botones de la camisa, me puse el pañuelo y esperé de espaldas a la puerta. Al poco rato la puerta se abrió, y se cerró deprisa. Oí el cerrojo, y una respiración acelerada que se acercaba a mi oído. Noté unos labios besando mi cuello, unas manos recorriendo mi cintura hasta coger con fuerza mis nalgas. Una boca sedienta de la mía que me besó con pasión. Entonces me dio la vuelta y empezó a jugar con mis pechos, a lamerlos, succionarlos, se embriagó con ellos, su respiración cada vez era más fuerte. Me hizo apoyar la espalda en la pared, me levantó una pierna y con suavidad puso mi pié encima de la tapa del váter. Entonces empezó a jugar con su lengua en mi sexo. Después añadió sus dedos que, junto con su lengua, me derretían de placer.

Supongo que fue por el morbo de la situación, por el hecho de saber que estaba cumpliendo Su orden, pero me dejé llevar por los placeres que ese desconocido me brindaba, y no tuve otra que morder con fuerza mi mano para no gritar en ese momento. Entonces se detuvo, bajó mi pierna y me cogió por los hombros, comprendí lo que quería, y me arrodillé, abriendo mi boca para que se sirviera de ella. Me penetró la boca con suavidad, me agarró la cabeza y empezó a follarme cada vez con más fuerza, cada vez más adentro, hasta la garganta, donde se detenía unos instantes para seguir después con sus idas y venidas. Entonces me volvió a penetrar hasta la garganta, me cogió por la nuca con una mano y con la otra me tapó la nariz. No podía apartarme, tenía mucha fuerza, entonces palpé la taza, levanté la tapa y en el momento en el que me soltó eché a perder el café con leche que un momento antes me había tomado. Me cogió la mano y puso en ella papel para que me secara y me ayudó a levantarme. Después oí que bajaba la tapa, me dio media vuelta, y volvió a levantar mi pierna colocándola encima del váter. Me hurgó con los dedos comprobando que sí estaba muy excitada y me penetró sin ningún miramiento, con fuerza, entraba y salía con desespero, yo volví a morder mi mano para silenciar mis gemidos, él respiraba cada vez más fuerte, pero en ningún momento pude oír su voz. Entonces me subió la falda hasta la cintura, sacó su miembro de mí, y noté su calor esparciéndose por mis nalgas. Cogió mi mano de nuevo, y de nuevo me dio papel para que me secara. Me agarró la mandíbula para girar mi rostro y me besó en los labios al tiempo que acariciaba mi mejilla. Oí como se abrochaba el cinturón, abrió el cerrojo, la puerta y se fue.

Entonces me destapé los ojos, el pañuelo estaba empapado de lágrimas, fruto de los placeres sentidos. Cogí más papel para terminar de secarme. Me puse bien la ropa. Miré el reflejo del espejo con una amplia sonrisa que el espejo me devolvió. Salí del baño y me dirigí de nuevo a la mesa donde mi Amo me estaba esperando.

Me senté y me acarició el pelo mientras me decía: "eres la mejor perra que he tenido jamás". Su orgullo era el mío, mis placeres los suyos, mis deseos sus perversiones, mi voluntad sus órdenes. Me hizo un gesto con la cabeza para que nos fuéramos, y le hice un no con mi cabeza, a lo que me miró con cara de interrogante y le contesté: "deja que me tome otro café, que el de antes se ha desperdiciado en el baño". Soltó una gran carcajada, y levantó la mano llamando la atención del camarero.