25/1/10

En mis días de soledad

Por circunstancias personales, hace muchos días que no nos encontramos, aunque no hayamos dejado de hablar ni un solo día. A veces pienso que la distancia me fortalece, me hace tener más ansias de llegar al siguiente encuentro, a veces la cuesta se me hace muy dura y más de una vez he pensado en tirar la toalla. Si dijera lo contrario mentiría.

Cuando vivo esos días en los que lo mandaría todo a paseo, pienso en todo lo que he vivido con Él, los grandes momentos, las risas, los llantos, todo. Y siempre acabo en la misma conclusión, mi sumisión es una necesidad para mí, no sé de otra forma de sentirme plena, necesito de la entrega para reafirmarme como el yo que tanto me ha costado reconocer que soy, pero no cualquier entrega. Supongo que habrá sido por suerte, o porque el destino así lo tenía planeado o porque los astros lo llevaban escrito desde el principio de los tiempos, no lo sé, pero he encontrado a un Amo con el que he podido expandirme y crecer desde la confianza absoluta. Cuando tengo en mente cortar con todo siento que jamás podré encontrar a alguien con quien tener tanta confianza. Veo muchos Amos 100% protocolarios, Amos prepotentes, Amos demasiado posesivos, Amos que se creen con derechos que no tienen (si no es porque la sumisa así lo aceptara), y miles de Amos más. Por otro lado veo demasiadas veces sumisas sacrificadas, en relaciones estancadas, con miedos infundados por culpa de la mala comunicación con sus Dominantes, dejando que sus Amos sobrepasen sus límites por miedo a ser rechazadas, y mil sumisas más. Y entonces pienso en la gran suerte que he tenido al iniciarme en manos de quién lo he hecho.

Siento que si un día mi relación con mi Amo se acaba, mi yo-sumisa, tal y como la siento ahora, se perdería para siempre. Podría entregarme a otras manos, si, pero jamás sería de la forma tan pura que lo hago ahora, ya no sería perfecto. Los límites que hoy por hoy he podido dejar en manos de mi Amo porque mi confianza es mayor que mis miedos, saldrían a la luz. Los miedos que dejé de sentir hacia lo desconocido por tener la certeza que nada puede pasarme, se harían públicos. Los sentimientos no serían los mismos. La confianza y la compenetración no podrían ser tan gigantes. El ojal y el botón parece que en nuestro caso han sido hechos a medida, y la belleza que eso entraña es tan grande que creo que es insuperable.

En esos momentos en los que lo mandaría todo al agua, miro dentro de mí, y después de reflexionar y comerme la pelota en si el sacrificio vale o no la pena, de pensar qué sería de mi en el caso que todo terminara, después de darme cuenta de nuevo que me siento la mujer más afortunada de la tierra,  pienso en las ansias que tengo de poder estar de nuevo juntos y así continuar mi viaje de Su mano.