15/6/09

La cesión

Viernes por la noche, los amantes daban rienda suelta a sus placeres terrenales en la habitación de un hotel. Sonó el teléfono interrumpiendo aquella danza de cuerpos, me dijo que contestara. Era el amigo de mi Amo, quería conocerme e ir a tomar unas copas con nosotros. Mi amo me preguntó si me apetecía, asentí. Los fines de semana los dedicaba a Él, y hacía mucho que no salia a tomar unas copas. Me arreglé, me puse las medias, la falda corta, mis botas de tacón de aguja, mi corsé nuevo y una blusa de seda negra, entallada. Me maquillé y peiné para estar perfecta, se que a mi Amo le gusta que esté así. Me puse el collar, el abrigo y salimos. Como dos tortolitos empezamos a caminar por las callejuelas del casco antiguo con su brazo en mis hombros, el mio en su cintura. Era la primera vez que pisaba Su territorio, hasta aquel día siempre habíamos quedado en territorio neutral. Me embriagaba de los detalles, las fachadas, los adoquines,... lo que mas me embriagaba era Su compañía.

Llegamos al sitio, nos estaba esperando el amigo de mi Amo, pedimos unas copas, me exhibió delante de su amigo como quien enseña el reloj nuevo que se ha comprado, yo solo veía en Él sus ojos llenos de orgullo, me sentía bien. Fuimos a otro local, con mas gente, las risas pronto se transformaron en caricias que me propinaban ambos. La excitación del momento dio paso a un sentimiento de culpa, por dejar que unas manos que no eran las de mi Amo, me tocaran y hurgaran dentro de mis cavidades, por sentir placer en aquella situación. En seguida busqué los ojos de mi Amo que me miraban con aprovación, vi que era eso lo que esperaba de mi, y en seguida supe lo que vendría después.

Salimos del local, caminamos un rato por las callejuelas ya recorridas. Por el camino siguieron las risas, el ambiente distendido entre los tres caminantes, como si nada hubiera pasado, como si nada fuera a pasar. Llegamos al sitio. Mi Amo se sentó, encendió un cigarro y mirándome, analizando cada una de mis reacciones me dijo "mi amigo quiere comerte el coño, ponte bien, puta". Simplemente me senté y abrí las piernas, el amigo hurgaba con pasión, con deleite. Yo solo miraba aquellos ojos que se clavaban en los mios, solo sentía el placer y el orgullo que emergían de esa mirada, solo eso. Mas tarde, no se cuanto tiempo había pasado, una nueva orden cambió la situación, "chúpasela, puta". Los dos nos levantamos, cambiamos las posiciones, él se sentó en el sofá y yo me puse de rodillas. Volví la mirada hacia mi Amo antes de empezar la labor, seguía sentado, serio, inexpresivo, pero el brillo de sus ojos me dijo todo cuanto quería saber. Hice lo que se me ordenó, sin pensar en nada que no fuera aquella mirada, me sentí salir de mi propio cuerpo y mirar la escena desde lejos, al lado de mi Amo. Solo veía y sentía el placer que inundaba a mi Amo al saberme suya hasta ese punto. Volví a mi realidad en el momento que la dureza extrema de aquel miembro me advirtió que iba a correrse. Antes de que mi Amo dijera a su amigo que no se corriera en mi boca yo ya había levantado la cabeza, sabía que no lo consentiría. Acabé el trabajo con la mano. No fuimos mas allá por falta de "barreras", mi Amo no quiso que yo corriera ningun riesgo, por mas que yo tomara la píldora.

Después de asearme y vestirme, solo después, me acerqué a mi Amo, recuerdo que puse mi boca cerca de la suya, no sabía si querría besarme, y me besó. Me dijo "lo has hecho muy bien, zorra" (nunca me llama por mi nombre), yo solo supe decir "te quiero", a lo que respondió "y yo a ti, zorra, no lo olvides jamás". No podíamos despegar nuestras miradas, como si estuviésemos aislados del mundo, hasta que se rompió el encanto del momento cuando el amigo dijo que se lo había pasado bien, le encantó mi sabor, mi olor, pero que nuestra unión era tan fuerte que se había sentido fuera de lugar en mas de un momento, como si sobrara (sin comentarios).

Estuvimos hablando un rato, mi Amo sacó de su bolsillo un antifaz de raso que yo le había regalado para que lo usara conmigo, y tapó mis ojos. Al momento sentí sobre mi piel cuatro manos que me recorrían, solo dos me transmitían calor. Mi Amo me separó las piernas, y el amigo empezó a hurgar de nuevo en mi sexo con su boca, esta vez me preguntaba una y otra vez si me gustaba, yo apoyaba mi cabeza en el hombro de mi Amo, que estaba detrás mio, y le decía al oído que si. Puedo jurar que el amigo se esmeró para darme placer, puedo jurar que no sentí nada, notaba lo que hacía, pero yo estaba tan fuera de mi y tan dentro de la mente de mi Señor que en ningún momento sentí ni un ápice de placer que no fuera el que Él sentía. El amigo se tumbó en el suelo, mi Amo me quitó el antifaz, se sentó en una silla y me ordenó que me pusiera bien, a lo que me senté encima de su cara para que siguiera con la labor. Acerqué la mano a la de mi Amo, Él me la acarició con ternura, quise decirle con el gesto que estaba con Él, que lo demás no me importaba, se que así lo comprendió, por eso su gesto. Cuando el amigo se sació, volvimos a la posición "normal", seguimos charlando cordialmente, como si nada hubiera pasado.

Después de todo lo sucedido fuimos hacia el hotel, allí le comenté a mi Amo todo lo que había sentido, cómo sentí salir de mi cuerpo y ver desde sus ojos lo que sucedía, como no noté placer ninguno que no fuera el de sentirme mas suya que nunca. Aquella había sido una prueba de fuego para ambos. Él quiso saber hasta que punto era suya. Yo supe hasta que punto lo era.