18/6/09

Mas... miedos

Recuerdo que hubo dolor, mucho dolor, mi cuerpo fue maltratado* hasta la saciedad. El dolor había dejado de ser doloroso para ser placentero, y esa sensación de placer extremo me sorprendió enormemente. El dolor unido al placer siempre me había gustado, mas aun desde que me inicié en el BDSM, pero la sensación de sentir placer sólo con dolor se escapaba de toda sensación percibida por mi cuerpo. Muchas veces habíamos comentado con mi Amo el hecho que muchas sumisas se llegaban a correr con solo el dolor, y que mi mente no era capaz de concebir tal cosa. ¿Cómo puede ser que una persona pueda disfrutar de ese modo? Y yo en aquel momento lo sentía en mi propia carne, sentía un placer infinitamente mayor al que jamás había sentido antes. Y el placer iba en aumento cuando mi Amo se detuvo.

En ese momento sentí miedo, más bien pánico. Estaba experimentando el mayor placer jamás vivido y sentía la necesidad de experimentar cómo sería la cumbre de ese placer, por otro lado estaba el saberme agotada por el castigo y no saber si mi cuerpo iba a aguantar mucho más.

Desde que empezamos a vernos, mi Amo siempre se ha parado en el momento justo en cada sesión, nunca ha querido ir más allá de lo necesario para que no se me hiciera la cuesta demasiado dura y me echara hacia atrás en la búsqueda de mis límites, siempre me ha dicho que si intentaba correr y me encontraba un muro, la ostia sería enorme, rebotaría con el muro, daría tres pasos atrás y me quedaría allí para siempre, por tanto el límite surgiría antes de tiempo, antes de poder evaluar si en el muro hay una puerta por abrir o un atajo por el que pasar. ¿Si se había detenido era porque ir más allá podía ser perjudicial?

No sabía si aquello iba a ser un muro, una puerta, una ventana o una grieta, pero esa sensación me pudo. Me avergonzaba la necesidad de culminar el placer, jamás le había pedido a mi Amo un orgasmo. Finalmente le pedí a mi Amo “más, por favor”. Me costó mucho pedírselo. Me preguntó qué era lo que me pasaba, le contesté que estaba a punto de correrme y necesitaba más dolor. Ante su sorpresa y mi petición se burló de mi unos momentos y acabó por darme lo que le pedía. Estallé de placer. En comparación con lo sentido anteriormente fue una explosión de goma2 al lado de un petardo de san Juan apto para menores de 3 años.

Durante muchos días le di vueltas a la cabeza (para no perder la costumbre). Si, realmente me sentí masoquista, obtuve el placer del dolor y solo del dolor. Pero esta búsqueda de placeres tan gigantescos y tan al límite de la resistencia de mi cuerpo dónde me llevaría… Un nuevo miedo se apoderó de mí. Jamás he pretendido prácticas aberrantes como algunas de las que uno puede ver en según qué películas, pero si aquel día el placer fue tan grande, ¿a mayor dolor, mayor placer? El hecho de que la búsqueda de placeres pueda llevarme demasiado lejos aun hoy me da miedo. No quiero hacer locuras ni caer en según qué torturas, me quiero demasiado. Mi gran suerte es que mis pasos son guiados por alguien que sabe qué tiene entre manos. Él sabe que soy muy fuerte, pero que también puedo ser demasiado frágil. Quiero explorar mis límites, más bien encontrarlos, pero no quiero pagar un precio demasiado alto para ello. Solo me queda seguir adelante, en mi búsqueda de la cumbre, paso a paso, poco a poco, de Su mano, hasta… quién sabe.


*consensuadamente, por supuesto.